sábado, 24 de noviembre de 2012


¿QUÉ SERÁ, SERÁ?
Antaño por la fiesta de Todos los Santos se estrenaban los abrigos. Una razón para ello era el cambio del tiempo. Ese día se notaba ya, se sigue notando y ¿se seguirá notando?, que el dulce amarillear de las hojas deja paso a la fría, y esperemos que lluviosa, caída de las hojas. No desesperen que aún se verá interrumpida por el veranillo de San Martín, el próximo 11 de noviembre, fecha a partir de la cual las heladas eran ya, ¿seguirán siéndolo?, lo suficientemente fuertes como para permitir la matanza, de ahí el dicho de que a todo cerdo le llega su San Martín.

Esa era una de las razones, la más práctica. La otra era más espiritual. La fiesta que se celebraba, ¿que se celebra? El Día de Todos los Santos era, es a pesar de todo y lo seguirá siendo, una solemnidad. Como tal hay que honrarla también en la vida cotidiana. Hay que hacerlo en el trabajo, en la comida y, por supuesto, en el vestido. De ahí el descanso laboral, la cocina de especialidades del tiempo y el estreno del abrigo.

Todos los Santos es la festividad que se recuerda a todos aquellos que han llegado al cielo y se expresa el deseo y la petición de que lo alcancen los demás fallecidos ( al día siguiente, el 2 de noviembre, se celebra el Día de los Difuntos ) y también los vivos cuando nos toque rendir cuentas. Es, así mismo, la vivencia de la comunión entre los hombres celestiales y los hombres terrestres, donde unos oran por otros.

Eso era hasta hace unos años. ¿Lo es ahora? ¿Lo seguirá siendo en el futuro? Últimamente soy pesimista con la superviviencia de nuestras costumbres aunque no con la de nuestras creencias. Me imagino que la calabaza se acabará imponiendo a los huesos de santos, pero no los caramelos a los buñuelos de nata, de crema o de trufa.

Quizás sincreticemos unas costumbres y otras y lo que hagamos sea aprovechar que tenemos que vaciar las calabazas para hacer cabello de ángel. Es posible. Pero de lo que sí estoy seguro es que para enfrentarnos a la muerte seguirá siendo más consolador el cielo del Día de Todos los Santos que las tinieblas de la noche de Halloween.
(artículo 6 noviembre en "El Día de Valladolid")

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