LA PINZA DIGITAL
La oposición del pulgar y el índice son una de las
adaptaciones morfológicas que explican el avance en el conocimiento, sobre todo
en la parte técnica y tecnológica. La capacidad de nuestra mano para pinzar nos
otorga habilidad para la precisión. La adquisición de esta habilidad
psicomotriz es una de las fases fundamentales del aprendizaje de los niños.
Los fetos ya pueden cerrar la mano a las veinte
semanas de gestación, más o menos a la mitad del embarazo. A los doce o quince
meses depura su técnica de agarre y comienza a introducir los dedos en agujeros
y a coger la cuchara para llevársela a la boca. Luego irá perfeccionando esta
habilidad hasta ser capaz de enhebrar una aguja o diseccionar proporciones
ínfimas a través de un microscopio electrónico.
De un tiempo a esta parte hay otra función del
agarre de pinza que hemos de aprender. La de la pinza digital. No lo digo
solamente por utilizar los dedos sino también por la tecnología digital. El
lenguaje binario de dígitos nos es tan imprescindible para vivir en nuestra
sociedad que todo nuestro esfuerzo se ha centrado poder llevarlo con nosotros
en todo tiempo y lugar. Así que nuestros técnicos continuamente trabajan en
reducir tamaño y ampliar espacio, en aumentar aplicaciones y disminuir
molestias.
Y más. Para los fanáticos de estos aparatos, y para
los que no lo somos tanto pero tenemos que usarlos a menudo y en variadas
circunstancias, lo ideal es que quepan en una mano y se puedan utilizar con
solo un dedo: el pulgar. Evidentemente esto ya lo han captado las empresas y ya
una de ellas lo utiliza para comercializar su último producto. Claro que para
ello también se requiere habilidad y algunos parecen los Usain Bolt del tecleo
unidigital.
Por supuesto, existen peligros. Algunos ya existen.
Esta el reflejo de agarre: hay quien, como los recién nacidos que cierran la
mano instintivamente sobre el dedo ofrecido, lo hacen con el móvil y no lo
sueltan por nada en el mundo. Otros serán nuevos. Como existe el codo de
tenista aparecerá el esguince digital.
(artículo en "El Día de Valladolid", 16 octubre 2012)
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