EL MUÑECO DE LA GUARDA
Érase una vez que se era, en un invierno de mucho
frío y fuertes nevadas, una niña que se llamaba Ana salió a su jardín e hizo un
gran muñeco de nieve. Por la noche
apareció un ángel y pronunció unas palabras: “Gran muñeco de nieve, ten
corazón y vive”. Sopló sobre la cabeza
del muñeco y este abrió los ojos, sus brazos se movieron y se deslizó sobre el
jardín nevado. El ángel observaba sus movimientos y esperó. Cuando el gran
muñeco de nieve se desentumeció y hubo
explorado todo el jardín, se paró ante el ángel, le miró a los ojos y asintió
con la cabeza. Entonces habló: “Lo haré”.
No tenía mucho tiempo, sólo las horas del sueño. Tenía
suerte, era la noche más larga del año. Y también la más fría. Eso le ayudaría
a cumplir con su misión. Por su boca exhaló su aliento frío para crear una
espiral de hielo alrededor de la casa para subir hasta el tejado. Desde allí
con sus ojos de botón podría observar cualquier cambio en el ambiente y con su
nariz de zanahoria olfatear cualquier nuevo olor en los alrededores.
El tiempo corrió y nada sucedió. El cansancio se
apoderó del muñeco que luchó contra sí mismo para que no dormirse. En ese
duermevela una sombra tomó forma y un fuerte hedor a fango penetró en su cuerpo
de nieve. Se sobresaltó. Miró alrededor pero nada vio. Era la hora que precede
al alba, la de mayor frío, todo parecía tranquilo. Una risa rompió el silencio.
Su corazón latió más fuerte. Algo había salido mal. ¿Pero qué?
Desesperado activó todos sus sentidos. Y lo
encontró. En la habitación de Ana. Una presencia oscura, fangosa y de barro. Un
temor. Se deslizó desde el tejado, entró en la habitación y se plantó ante la
figura que se inclinaba sobre Ana. “¡Quieto! -gritó el muñeco de nieve- ¡Largo
de aquí, temor! Y arrojó los botones de su pecho contra la figura de fango. Una
explosión de vivos colores y de buenos olores estalló en la habitación. La luz
y el aroma se impusieron al hedor y la oscuridad.
Ana se despertó y sonrió. Recordó la alegría
haciendo su muñeco de nieve, olvidó el disgusto de su muñeca perdida. Se sintió
feliz y segura, cuidada. Por su muñeco de la guarda. Este es un cuento de
navidad escrito con mis hijas. ¡Feliz Navidad!