domingo, 25 de noviembre de 2012


DE JUSTICIA

Es preocupante que hasta que no hay desgracias y muertes no reaccionemos ante un problema. Lo digo por los casos de suicidio por desahucio. Y digo preocupante porque indica el grado de insensibilidad de la sociedad que se expresa en su clase política. Nos falta más reflexión y menos acción, más vida espiritual y menos material.

Me dirán que lo que hace falta es actuar  y adoptar medidas concretas. No se lo niego. Pero no se puede hacer a impulsos ni a ciegas, movidos por un arrebato, por el sentimentalismo, la  ira o el sentido de culpa. Hay que tener claro qué mundo queremos, no sea que el remedio sea peor que la enfermedad.

Evidentemente no se puede perder el tiempo, por eso hay que aprovechar todas las reflexiones previas. Hay muchas y de todos los colores. El mío ya lo conocen. Lean la encíclica “Caritas in Veritate” de Benedicto XVI. Les dejo unos párrafos:

“Si hay confianza recíproca y generalizada, el mercado es la institución económica que permite el encuentro entre las personas, como agentes económicos que utilizan el contrato como norma de sus relaciones y que intercambian bienes y servicios para satisfacer sus necesidades y deseos. El mercado está sujeto a los principios de la llamada justicia conmutativa, que regula la relación entre dar y recibir entre iguales.

Pero la doctrina social de la Iglesia no ha dejado nunca de subrayar la importancia de la justicia distributiva y de la justicia social para la economía de mercado, no sólo porque está dentro de un contexto social y político más amplio, sino también por la trama de relaciones en que se desenvuelve.

En efecto, si el mercado se rige únicamente por el principio de la equivalencia del valor de los bienes que se intercambian, no llega a producir la cohesión social que necesita para su buen funcionamiento. Sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica. Hoy esta confianza ha fallado, y esta pérdida de confianza es algo realmente grave.”
 
(artículo 13 de noviembre en "El Día de Valladolid")

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