RAYOS DE ESPERANZAS
(artículo en "El Día de Valaldolid", 22 mayo 2012)
A veces me da la sensación de que alguien está
empeñado, para tapar sus propias miserias, en que estemos a oscuras, que esa
oscuridad nos aterrorice, que ese terror, por su prolongación en el tiempo, no
desespere, que esa desesperación no vuelva inactivos y que esa abulia nos haga
permanecer para siempre en los infiernos.
Quizá sean sólo imaginaciones pero si no los son
tampoco me preocupa. Sí me preocupa que caigamos en el engaño y nos amilanemos.
Cierto que esta crisis está agotando nuestras fuerzas, que todo los que se
hace, personal o colectivamente, no da los frutos esperados, que todos dicen
que estamos más muertos que vivos. Pero lo importante es no desesperar y no
cejar en el empeño. Sin esperanza si estaremos muertos.
Como cristiano no temo a los infiernos. Dice el
credo que Jesús descendió a los infiernos para resucitar a los justos. Y sé por
experiencia que también está conmigo en mis infiernos personales y que de ellos
me ha sacado y me saca. Lo único que lo puede impedir es la desesperación, la
negación de que se puede salir. Confiemos, luchemos, afirmémonos. De aquí hasta
la vuelta del verano nos lo jugamos todo, la crisis hará crisis y se inclinará
al desastre o la curación. Creo que saldremos de los infiernos aunque le pese a
muchos. Siempre hay rayos de esperanza.