LAS LÁGRIMAS DE SAN PEDRO
Como todas las Semanas Santas les voy a hacer una
propuesta para reflexionar durante estos días. Hay un paso que puede pasar
desapercibido en medio de tanta maravilla que se puede contemplar en la
procesión del arrepentimiento, el Miércoles Santo, y en la General, el Viernes
Santo. Es el de “Las lágrimas de San Pedro” de Juan de Ávila, que representa el
arrepentimiento del apóstol tras negar a Jesús tres veces.
Me da la sensación de que solemos quedarnos en la
superficie del acontecimiento, en la negación de Pedro. Nos produce escándalo
esta traición reiterada en tres ocasiones. Y en el fondo creo que muchos
pensamos que lo hubiéramos hecho mejor. Cuando me llega este ramalazo
justiciero, lo primero que hago para desecharlo es repasar mi vida, contar con
sinceridad las veces que, con palabras, obras u omisiones, le he negado.
Esta ya de por sí sería una constructiva reflexión.
Pero quiero ir más allá aunque para llegar hay que partir de este
reconocimiento de la traición, que no es otra cosa el pecado: una traición a
Dios y a los hombres, que siempre va unido ya sea lo uno antes de lo otro.
Echemos a andar. Una vez reconocida la culpa, ¿qué hemos de hacer? Esta es la
pregunta que nos hacemos todos. Porque la culpa pesa. Y pesa tanto que
desazona, que angustia, que desespera. Duele y ese dolor lo queremos eliminar.
Entonces buscamos olvidarlo alienándonos, haciendo sufrir a otros o a nosotros
mismos.
Esta fue la elección de Judas Iscariote. Creía que
Jesús se equivocaba, que él sí sabía lo que había que hacer e iba hacer algo
para que fuera por su camino. Cuando vio la consecuencia de su traición, sintió
dolor, se desesperó y se ahorcó. En cambio la reacción de Pedro después de
negar a Jesús fue otra. Oyó cantar al gallo y lloró.
¿Cuál es la diferencia? Creer en el perdón de los
pecados. Esa es la Buena Nueva que anunciaba Jesús. Que no nos angustiasen
nuestros pecados, que nos convirtiéramos, que ya estaban perdonados y que iba a
abrirnos el cielo. Porque la nota de cargo que pendía sobre nosotros ya había
sido cancelada. La cancelaba Él en la cruz. El amor lava la culpa.
(Publicado en "El Día de Valladolid", 15 de abril de 2014)