domingo, 18 de octubre de 2015

LLEGA EL INVIERNO



Llega el invierno. Muchos de ustedes sabrán de quien es esta frase, sobre todo los seguidores de la saga de “Canción de Hielo y Fuego”, de G.R.R. Martin, más conocida por el título del primero de sus libros “Juegos de Tronos” (digo libros porque no me gusta la serie, que dejé de ver en el tercer capítulo). Esta frase anuncia la llegada del frío, de las penalidades, de la destrucción, de la oscuridad, del Mal. De ella me acuerdo cuando pienso en los refugiados sirios. Llega el invierno a Europa. ¿Es sólo meteorológico o también espiritual?
Una vez que calmamos nuestra mala conciencia con un baño de remordimiento mediático hace unas semanas, su éxodo despareció de los grandes titulares, y casi de los pequeños. Y no porque los ciudadanos europeos no hayan reaccionado singularmente, en España, dicen, sobran familias para acoger refugiados. Sino porque a la instituciones y organismos, en su hipertrofia, no han sido capaces de dar una respuesta rápida y adecuada. Nos sobran medios y nos falta decisión, rebosamos de buenísmo y carecemos de convicción. El éxodo sirio no tiene tiempo porque se acerca el invierno a Europa.
Hemos de prepararnos o nos devorará. Hemos de ser capaces de ser un hogar o pereceremos en su frío. Sólo los valores occidentales y de la caridad cristiana nos protegerán. Son nuestro fuego para iluminarnos ante la oscuridad de los sin corazón y para darnos calor frente al frío de los desesperanzados. Son los rayos del poniente contra las sombras del norte porque el invierno está ahí, a las puertas de Europa.
Les recomiendo que vean una vieja película:“La caída del imperio romano”(más profunda que la moderna “Gladiator”). El emperador Marco Aurelio intenta frenar el peligro de una invasión bárbara. Lo hace en dos frentes: con el ejército y con la integración. Las luchas de poder hacen fracasar sus planes. Es el principio del fin de la sociedad. Tardó en llegar dos siglos pero ahora el tiempo corre más deprisa. Y también el invierno que se acerca llegará antes. ¿Será sólo metorológico o también espiritual?

lunes, 12 de octubre de 2015

VIEJAS CAJITAS




Hacía mucho tiempo, años me parece, que no escuchaba el disco “Live”, de Vanessa Paradise.  La verdad es que he pasado un buen rato. Bueno, lo estoy pasando pues sigo escuchándolo mientras escribo estas líneas, que nacen de esas notas y melodías acrisoladas en los recuerdos, alambicadas en el paso del tiempo y reactivadas ahora en los sonidos y ruidos de una vieja cassette.
Esa destilación me ha dejado el regusto de buenos y malos momentos de hace muchos años, de agradecimientos a Pedro, compañero de piso durante la universidad, que me la dio a conocer y me facilitó la grabación (y otras muchas muy queridas), de otoños como éste que acaba de comenzar, ahora sí después de las lluvias y el viento de este fin de semana, que eran inicios de cursos nuevos, de mundos por descubrir, de deseos por conquistar y de felicidad por disfrutar.
Esta nostalgia de tiempos pasados no significa que quiera volver a ellos. No soy de los que piensan que son mejores porque todos tienen su aquel e inevitablemente, al menos si no entramos en el mundo cuántico,  todo presente y futuro se convierte en pasado. Todos, difíciles y fáciles, alegres y tristes, dolorosos y gozosos, nos han hecho como somos y lo importante es que sean cimientos sólidos sobre los que construir la vida futura, la terrenal y mortal y la eterna y, espero, celestial. Aunque reconozco que grietas existen y confío que no sean tan graves que la misericordia divina no las pueda arreglar. 
 Estas viejas cassettes hacen honor a su nombre. Verdaderamente son cajitas ( es lo que significa en francés) que en sus cachitos de hierro y cromo guardan junto a su música una cara B de experiencias y emociones, de vivencias que se resucitan con el play pero que se rebobinan y avanzan a su antojo.
Y cada vez que hablo de cassettes, me acuerdo de una ya perdida,  una con canciones del grupo belga “Vaya con Dios”.  Está, para mí, indefectiblemente vinculada a la lectura de “El Señor de los Anillos”. Quizás lo vuelva a releer  para recordar esa vieja cajita desaparecida.  

(artículo del 6 de octubre de 2015, publicado en "El Día de Valladolid")