miércoles, 11 de julio de 2012


NUEVA OPORTUNIDAD
Son estos unos tiempos de mucha incertidumbre. La crisis económica ha acabado con la seguridad del dinero, un dios que se ha demostrado falso. Aunque miremos a los otros y descarguemos sobre ellos las culpas (cada uno tiene su chivo expiatorio), en el fondo sabemos que cada uno de nosotros tiene su parte de responsabilidad en el culto a Mammon.

La adoración requiere de la fe. Y la fe es algo totalmente personal. Te la pueden transmitir tus padres, tu familia, tu entorno. Puede venir un predicador que la inculque, puedes escuchar a un agorero o a un ilusionista capaz de aparentar auténticos milagros o de dar duros a cuatro pesetas, puede que te engañen o te digan la verdad, pero eres tú (soy yo) quien tiene que dar  el sí quiero definitivo.
Durante los últimos años, casi todos hemos creído al dios Dinero y nos hemos refugiado en él, creyendo nuestra seguridad  era total. No es nada novedoso, ha pasado a lo largo de toda la historia y volverá a pasar. Y los que somos cristianos lo tenemos por seguro antes del Fin de los Tiempos: es lo que hará la Bestia del Anticristo.

Eso es otra historia. Lo que quería compartir hoy con ustedes es un poco de esperanza. Esa inseguridad, esa incertidumbre es dolorosa, para muchos casi terminal, desesperante. Pero no es así, al menso así lo creo. Saldremos de esta, y más fuerte si sabemos aprovechar las enseñanzas que nos trae.
En la debilidad se realiza la fuerza, te basta mi gracia, le dice Jesucristo a San Pablo cuando éste le pide que desaparezca su sufrimiento, su cruz. Este aguijón, como lo llama, es el que evita que se ensoberbezca, que se crea mejor e intocable, invencible. Eso es lo que nos ha llevado a la ruina: nos hemos creído mejores (cada uno sabe de que quien) y no hemos sido humildes.

La realidad nos vuelve a poner en nuestro sitio y se nos otorga una nueva oportunidad. Aprovechémosla y volvámonos realmente mejores desee la humildad de que somos débiles.
(artículo en "El Día de Valladolid", 10 de julio de 2012)

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