SE ARMÓ EL BELÉN
Eso parece, que se armó el belén con los comentarios
del Papa sobre la presencia del buey y la mula en el nacimiento de Jesús. Por
la reacción que ha generado parece como si
nos hubieran quitado una parte de nosotros mismos. Se han realizado
muchas encuestas y se ha escrito y opinado en abundancia y todo en ese sentido:
“¡¿cómo es posible?! ¡El belén es sagrado! ¡No me lo van a quitar!
¿Y qué es lo que no nos pueden quitar? Nuestra
infancia, nuestros recuerdos, generalmente los más felices. Aunque ahora ni nos
acordemos y hayamos relegado el belén tras el árbol de Navidad. Pero es cierto.
El belén es nuestro. Belén, su portal, es nuestro. Por eso se encarnó Dios:
para ser nuestro. Por eso se llama Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”.
Y como es nuestro, desde que San Francisco lo
hiciera por primera vez allá a principios del siglo XIII con el fin de mostrar
un Jesús que era también humano, no solamente divino, y, por tanto, cercano, lo
representamos de acuerdo a la mentalidad de los tiempos. Esa es precisamente la
grandeza de los belenes. Son la expresión de la fe de quien los monta, con sus
circunstancias, con su historia.
Hay quien quiere reflejar el momento histórico del
nacimiento y cuida hasta el mínimo detalles para guardar la mayor verosimilitud
posible. Otros quieren honrar las tradiciones familiares y montan el belén como
se ha hecho toda la vida en su familia. Y hay quienes prefieren actualizar la representación y hacerla en un mundo contemporáneo.
No importa la elección, sí que siga manifestando la
humildad y pobreza del nacimiento y el
reconocimiento de los débiles y sencillos. Esto es lo que representan el buey y
la mula, sobre cuya presencia histórica se puede dudar. Pero, como dice también
el Papa, eso no es lo importante, sino su simbolismo. Dice Isaías 1,3 “Conoce
el buey a su dueño y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no conoce”. Es
decir, los animales saben quién es su Creador pero los hombres no lo
reconocemos ni teniéndolo entre nosotros.
(Publicado el 27 de noviembre de 2012, en "El Día de Valladolid")
No hay comentarios:
Publicar un comentario